En Biodanza desarrollamos nuestros potenciales genéticos, a través de cinco líneas de vivencias, que
representan las fuerzas motrices internas que mueven la vida y que son: la vitalidad, la
sexualidad, la creatividad, la afectividad y la trascendencia.
La Vitalidad, está directamente relacionada con el impulso vital
y las ganas de vivir, con la capacidad de autorregulación del organismo que
pulsa entre la actividad y el reposo.
Al
desarrollar la vitalidad mejoramos tanto nuestra actividad diaria, como nuestro
descanso, equilibrando nuestros ritmos circadianos, mejorando nuestra salud y nuestro bienestar psico-físico-emocional.
La Sexualidad, es la capacidad humana de conexión con el disfrute de
estar vivos y la apertura al permiso de sentir placer en nuestra vida, como una fuente eterna de nutrición.
El
desarrollo de nuestra sexualidad innata, nos permite conectar con los pequeños y grandes placeres cotidianos, desde el placer de darnos una ducha, a la sensualidad cálida de besarnos con el ser amado, a la activación de los sensores corporales que reciben el soplo de una brisa fresca en el verano que eriza los pelos de nuestro cuerpo de gozo existencial.
La Creatividad, nos conecta con la posibilidad de creación de
nuestra propia existencia, con la capacidad de renacer y reconstruirnos cada día, en cada instante, reinventando nuestros pensamientos, ideas, acciones, emociones... para construir en cada paso la vida que soñamos, que vislumbramos para nosotr@s.
El
desarrollo de la creatividad, nos devuelve el deseo de experimentar, de
resolver, de transformar, de innovar, recreándonos en la construcción diaria de nuestro cotidiano.
La Afectividad, nos vincula desde el amor, con nosotr@s mism@s, con
las personas y seres que habitan con nosotr@s, y con nuestro entorno, invitándonos a elegir y construir relaciones saludables, limitando y cerrando aquellas relaciones tóxicas que nos impiden ser nosotr@s mism@s en plenitud.
El
desarrollo de la afectividad, nos vuelve personas más empáticas, asertivas,
cariñosas, cooperativas, mejorando nuestras habilidades sociales, aportando
armonía y bienestar a nuestras vidas.
La Trascendencia, nos amplia la visión, permitiéndonos ir más allá, abriendo nuestra capacidad sensitiva de conexión a la grandeza de la existencia, al cosmos, al planeta que nos sostiene, descubriendo que somos parte de un todo mayor, a la vez que somos ese todo que nos habita.
El
desarrollo de la trascendencia nos conecta con el mundo de las posibilidades infinitas, con la armonía y la serenidad de redimensionar las cosas y descubrir que son más insignificantes de lo que aparentan, abriéndonos las puertas a percepción del mundo en todo su esplendor.
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