Como ya comenté en la anterior publicación sobre las sesiones especiales con fuego que realizo, en estas sesiones me inspiro en las fiestas de la Rueda del Año Celta, que se celebran cada solsticio, equinocio y en los puntos medios entre ambos.
Me gusta aprovechar estas fiestas porque nos ayudan a reconectarnos con una sabiduría ancestral que proviene de los antiguos pueblos agrícolas, que tenían una conexión profunda con los ciclos del Sol y la Tierra y celebraban sus fiestas en la naturaleza, en contacto directo con la tierra y encendiendo grandes fogatas que representaban la luz del sol.
En esta última ocasión, la celebración coincidió con la fiesta de Imbolc, que representa el despertar de la naturaleza, el cual danzamos alrededor de una gran hoguera en el exterior y una cálida chimenea en el interior del hogar, en un entorno único, rodeado de encinas.
Muchas personas escucharon la llamada del fuego y la naturaleza y se atrevieron a despertar su naturaleza y potenciales internos, desprendiéndose de aquello que impide a sus semillas, capacidades, proyectos, sueños...ver el sol que comienza cada vez a calentar más, dejando brotar las semillas y yemas, que llevan germinando desde el otoño-invierno dentro nuestro. Y despertando el potencial germinativo de este momento presente del ciclo del sol y la tierra, para que nuestros deseos, proyectos, ideas cojan fuerza en nuestro interior para brotar y salir al mundo con la energía vital que precisan para materializarse y ser parte de nuestra vida.
Todo esto y más vivimos en esta sesión, acompañad@s y nutrid@s por el calor, la alegría, el amor...de cada una de las personas que allí nos reunimos, pues nuestros proyectos, ideas, sueños generalmente precisan del apoyo, de la interacción de otras personas para materializarse.
Gracias a cada persona que acudió en esta ocasión y se permitió despertar sus semillas internas.
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